El tiempo de tu receso termina. El descanso “apacible” ya comienza a menguar, y es tiempo de que escuches la voz del llamado. Su llamado.
No importa cuánto tiempo te hayas mantenido aletargado, el momento de levantarse y de ir en pos del propósito en tu vida vendrá. Tarde o temprano, vendrá.
Entonces, lo más común es temer, considerarte inepto para la tarea que te aguarda. No es de extrañar, hasta el más fuerte y valiente llegó a dudar de su capacidad. Y así tú, cual Moisés frente a la zarza, alegas poniendo como excusa tus errores e incapacidades con tal de que no se te mande a la “guerra”. (Éxodo caps. 3 y 4)
Pero eso será insuficiente, ya nada podrá hacerte escapar del plan que se te ha encomendado. Una vez que la mano de tu Hacedor ha apuntado en tu dirección, ninguna queja podrá librarte de su propósito, ¡y qué propósito! Podrás temer, podrás dudar. Tus circunstancias, las personas a tu alrededor, incluso tu misma persona, te serán motivo suficiente para dar vuelta atrás, pero en cuanto las excusas se terminen y no te quede nada más que la fe en el que te ha creado, te darás cuenta de que eso es lo único que requieres para avanzar en tu travesía.
“Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Ex. 4:12)
Cuando sea momento de atender el llamado, la razón por la que has sido hecho, no permitas que las dudas te hagan retroceder, pues Uno más grande que tú está a tu diestra, abriendo el camino que te espera. Si confías en Él, nada te detendrá.
Hola a todos!! Después de dejar abandonado este pobre blog, vuelvo... jajaja. Espero se encuentren de maravilla y que estén teniendo un buen inicio de mes.
Lo que he puesto en esta entrada es una pequeña meditación, algo que ciertamente todos hemos de pasar. El momento de tomar las riendas de nuestra vida y todas las consecuencias que esto conlleva. Es una tarea difícil; ahora que yo me he quedado frente a frente con esta gran verdad, lo he comprobado. De muchas maneras, inconscientemente casi siempre, se quiere escapar de esta responsabilidad, pero llega el momento en que ya no se puede estar sentado nada más, contemplando a la vida pasar ante tus ojos.
Es difícil, repito, muy difícil. Sinceramente, yo también he estado evitando este paso, pero al parecer Dios ya no planea dejarme a la deriva por más tiempo. ¡Es momento de avanzar! Y no sé qué me espera, apenas entiendo algunas cosas, apenas estoy creciendo y comprendiendo lo que eso significa. Pero de algo estoy bien segura, de que Él está conmigo y que tiene grandes planes para mí. Si Él está en mi barco, dirigiéndolo, sé que mi embarque será en tierra buena. Lo sé.
A quienes estén atravesando por esta misma situación, les deseo lo mejor y, como un amoroso consejo, les recomiendo que no duden en fiarse de su Creador. ¡Dios les bendice!